jueves, 30 de agosto de 2018

El País de los Quejones


El País de los Quejones


La sociedad venezolana es innegablemente inmadura, tanto es así que se ha mantenido incapaz en su capacidad de entender el poder de la masa, con un poco más de comprensión sobre este peso, tendríamos la capacidad de enfocarnos mejor a atacar nuestros problemas prioritarios como sociedad. Uno a uno, como sociedad acumulamos problemas, siempre culpando a los demás, a otros miembros de la misma sociedad a la cual pertenecemos, sin darnos cuenta que nos hemos convertido en una sociedad de quejones, donde nos quejamos de todo a nivel macro, comenzando por quejarnos de los gobiernos de turno, de nuestros políticos carentes de seriedad (tan inmaduros como la sociedad porque son parte de nosotros), de los servicios públicos, nos quejamos de los precios altos, de lo que pagamos, de lo que no pagamos, nos quejamos de las acciones fuera de la ley de los policías, de sus acciones dentro de la ley, de todo nos quejamos y en el fondo no nos quejamos de nada verdaderamente importante en el orden de prioridades de problemas de una sociedad, tenemos tantos problemas acumulados que no comprendemos cuales debemos atacar primero, pensamos que debemos atacar primero los problemas enormes (como la ineficacia del gobierno) dejando de lado los problemas pequeños, que acumulados son los que han deteriorado nuestra calidad de vida.

Quiero compartir una anécdota que me sucedió días atrás mientras me desplazaba en mi bicicleta en la Avenida San Martín de mi amada Caracas, si amada, porque amo a esta ciudad y a sus matices, la gente en Caracas siempre esta dispuesta a colaborar, a dar una dirección a alguien que esta extraviado, a decir la hora, a responder un buenos día o buenas tardes de alguien que llega, pero lamentablemente también esta habitada en su mayoría por gente que no sabe exigir sus derechos esenciales, los que existen por sentido común, como lo puede ser existir como individuo, transitar en libertad (a pesar de que vivimos en dictadura), como lo hacía yo el lunes 20 de agosto de 2018, tal cual mencioné anteriormente, sobre una bicicleta. El ciclista en una avenida de su ciudad se traslada a un promedio de 25 a 30 kilometros por hora, sorteando “obstaculos”, irregularidades del terreno, peatones descuidados, alcantarillas, gente que maneja sus vehículos sin considerar las leyes de transito (haciendo vueltas en U, cruces indebidos, pasándose un semáforo, circulando contra sentido, cruces legales sin anunciarlos mediante la luz de cruce del vehículo, etc) e inclusive evitando ser arrollados por patrullas conducidas por agentes pertenecientes a la Policía Nacional Bolivariana, aunque no lo crean eso me sucedió, los mismos oficiales encargados de cerrar el acceso a vehículos todos los domingos de 5am a 1pm en la Avenida Boyaca (Cota Mil) para salvaguardar la vida de las diferentes personas que van a la misma a realizar actividades deportivas y de esparcimiento, incluidos los ciclistas, porque según su óptica retrograda mi derecho a circular es inferior al de ellos en la calle porque la calle es para los carros y mi reclamo no podía faltar porque el sentido común a mi, cuando circulo en un carro, no me permite arrollar a un perro, porque yo respeto la vida del animal, ¿Cómo puede ser posible que un Policía Nacional Bolivariano que te protege como ciclista los domingos, irrespete tu derecho a la vida el resto de los días de la semana? Sólo porque a él le parece que la calle es para los carros, pues no señores, me fue imposible no gritarle adjetivos calificativos despectivos a los policías, con la intención de forzarlos a detenerse y lo logré, se pararon para “reclamarme” por las groserías, por supuesto las groserías era lo mínimo que se merecían, porque siendo autoridad no tienes derecho a menos preciar la integridad física de un ciudadano que se esta trasladando en bicicleta por una avenida; existe una ley obsoleta de transito, que aunque vigente, en muchos casos es inaplicable, ¿o es que un policía tiene derecho a arrollar a un ciudadano porque esta cruzando la calle fuera del rayado? El hecho es que me paré, logré que los policías se detuvieran y exigí respeto, exigí por mi, por mi integridad física, por la integridad física de cada ciclista que transita en esta ciudad, exigí por el derecho de cada ciudadano a transitar en la calle, exigí porque sentí que era lo correcto, exigí porque esos son los pequeños problemas que acumulamos como sociedad y que poco a poco nos hunden más, exigí porque era estrictamente necesario que quien manejaba la patrulla entendiera que el derecho a la vida es sagrado, y que sus imprudentes acciones pueden generar consecuencias irreversibles para la vida de otras personas, ellos alegaban que yo tenía que quitarme porque eso no era el Tour de Francia, yo replicaba que eso no importa, mi derecho a vivir es tan igual al derecho que tiene a vivir un ciclista que corre en la prueba reina del ciclismo mundial o el derecho a vivir que tiene un perro que cruza la calle o el de un adulto mayor o el de cualquier ser vivo y que no se trata de la ley de transito, se trata del sentido común, nosotros los ciclistas tenemos tendencia a intentar no obstaculizar el paso de los vehículos pero un descuido momentáneo puede generar en quienes manejan un carro en la ciudad esa sensación de que “el ciclista es un estorbo en su circulación”, necesitamos exigir cosas pequeñas que modifiquen en nuestras mentes pensamientos y sensaciones como esas, así también tenemos en nuestra mente que sí no tenemos documentos completos “tenemos que dejar algo pal refresco” del policía o del guardia nacional, “sí cargas efectivo te lo puede quitar la policía” o “no puedo cargar ese bulto de harina en el carro porque sí me paran en una alcabala me lo quitan” tenemos que exigir las cosas pequeñas, dejarnos de quejadera, cambiar estos pensamientos y poco a poco forzar con nuestras acciones pequeñas, pero en masa, a que la sociedad cambie, no podemos seguir pagando el pasaje que le de la gana al camionetero para que él luego venda el efectivo al 200%, y a nosotros nos lo revendan al 300%, no podemos en principio seguir comprando el efectivo.

Yo les puedo asegurar que esos policías que intentaron apartarme del camino con su patrulla jamas en la vida volverán a tener un altercado con un ciclista por culpa de una acción imprudente de su parte, porque tienen que haber entendido en ese momento que todos merecemos respeto y eso es un cambio positivo para la sociedad, esos policías son un problema menos para los ciclistas, un problema pequeño menos para la sociedad, exijamos, exijamos, exijamos, la moralidad nos obligará a dar cada vez más.

Por último me gustaría recibir sus opiniones sobre ¿Qué habrían hecho ustedes y qué harán?
Luis O. Pérez

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